Somos una generación digital. Pero no nos estamos refiriendo al sistema digital, ese conjunto de dispositivos destinados a gestión de señales digitales, sino a la primera de acepciones del término digital según el diccionario de la RAE: perteneciente o relativo a los dedos. Nuestros dedos han interactuado con la tecnología todas estas décadas, y lo siguen haciendo, por muy evolucionados que sean los dispositivos, en la gran mayoría de ocasiones. Desde la ardua tarea de programar un vídeo en los años ochenta (aquel parecía el reto que distinguía a los techies del resto de mortales), yendo hacia atrás en el tiempo a aquellas tarjetas perforadas que hacían trabajar a las computadoras de los años sesenta y setenta, hasta los smartphones más avanzados o el mismo teclado desde el que estoy ahora mismo escribiendo estas palabras. Todo muy digital, muy de los dedos y de las manos, alineado con la forma de usar herramientas por la humanidad desde los albores de nuestra existencia.

Pero ese gap entre humano y máquina ha sido constante área para la reflexión por parte de los científicos en aras de eliminar las fronteras que ahora aún hoy existen. Y es en estos últimos años que están surgiendo una serie de tecnologías innovadoras que pretenden revolucionar la manera en que interactuamos con las máquinas, quizá aún no tan avanzado como espera Elon Musk con su último, o quizá penúltimo, proyecto, esos implantes cerebrales que potenciarán nuestras capacidades bajo el nombre de neuralink. Pero hasta que la empresa del creador de PayPal y Tesla Motors esté perfeccionada, encontramos en The Next Web un interesante repaso a las tecnologías que están modificando la relación hombre-máquina gracias a la inteligencia artificial, y lo basan en tres categorías principales: primero las soluciones de reconocimiento del lenguaje natural, que dotará a las máquinas la capacidad de conversar de manera fluida con sus usuarios, haciendo así que la mencionada anteriormente relación “digital” quede en un segundo plano. Continúan con las tecnologías conocidas como Computer Vision, que tratan de otorgar a las máquinas la capacidad de comprender las imágenes que tienen a su alrededor para así poder situarse correctamente dentro de un contexto a la hora de interactuar con sus usuarios. Así también en esta parcela quedan encuadradas las tecnologías de eye tracking o seguimiento ocular, que prometen permitir a las personas con grandes discapacidades motoras poder interactuar con las máquinas de una manera más apropiada. Y, por último, nos menciona esa Neurotecnología de la que hablábamos al mencionar a la empresa de Elon Musk: implantes cerebrales que consigan que estemos integrados dinámicamente con los entornos virtuales sin más necesidad que pensar. Algo que se repite en las obras de ciencia ficción, pero que cada día parece estar más cerca y con aplicaciones ciertamente interesantes, en una carrera en la que también Facebook se ha embarcado recientemente

Indistintamente del estado actual, es obvio observar que las grandes empresas están esforzándose en transformar la clásica combinación pantalla / introducción manual de datos para integrar la tecnología en nuestras vidas de manera más orgánica, incluso hasta puntos en los que pase a ser parte interna de nuestro cuerpo. ¿Qué cambios sociales aportará este nuevo paradigma?

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