Febrero de 2018. Un pasado que, con la perspectiva del contexto en el que nos encontramos solamente dos años después, parece muy, muy remoto si hablamos de cuestiones tecnológicas relacionadas con los modelos de acceso al trabajo. Es en ese febrero de 2018 que dos compañías como Forrester y Google se alían para reflexionar sobre el papel del “Cloud Worker” en los años que vienen, sin saber que a finales de 2019 un invitado no deseado iba a poner todo patas arriba. Aún así, este Cloud Worker al que hacen referencia en su informe Repensando la tecnología en la era del Cloud Worker, esconde importantes lecciones para el día de hoy.
Estos trabajadores en la nube realizan la práctica totalidad de su trabajo a través de aplicaciones empresariales accesibles desde internet, basadas en navegador web, a través de múltiples dispositivos Poder acceder a los recursos de sus compañías en cualquier momento y desde cualquier lugar es crucial para su productividad, así como para la conciliación de trabajo con vida personal. El reporte en cuestión se centra en los denominados “trabajadores del conocimiento”, ese personal cuya labor está respaldada enteramente por el manejo de información y datos para crear, compartir, analizar, recibir y enviar nueva información dentro de los procesos empresariales. Es decir, todos aquellos trabajadores de una empresa o sector que no tienen que realizar actividades físicas como parte de sus funciones.
Para la época del reporte, el dato destacado era que uno de cada cuatro trabajadores del conocimiento ya eran Cloud Workers. Pero parece obvio que en el momento actual ese dato se ha multiplicado exponencialmente. Millones de trabajadores en todo el mundo necesitan a día de hoy acceder a toda la potencia de sus empresas desde la nube para poder trabajar óptimamente, no sólo ya por cuestión de preferencia o estilo de vida: es una demanda crucial para la continuidad de los negocios.

De este modo, las empresas para adaptarse a la nueva realidad necesitan contar con un ecosistema tecnológico en la nube que facilite la disponibilidad de sus aplicaciones de manera segura y fiable desde internet. Existe un gran reto por delante: por un lado, “nubetizar” sus modelos, es decir, adaptar el entorno tradicional, incluídas sus aplicaciones de negocio legadas, para que esté disponible desde cualquier lugar, pero por otro empezar a abrazar nuevas tecnologías en la nube que aumenten y modernicen sus capacidades, todo ello pensando en cómo rentabilizar la inversión, securizar al máximo el modelo y conseguir un aumento en la productividad de sus trabajadores.
La revolución del trabajo remoto es imparable. Es hora de que las áreas de IT empiecen a liderar este cambio de paradigma dentro de las organizaciones para adaptar sus modelos a la nueva normalidad que nos acompañará en los próximos años.