Cualquier consultor de tecnología o responsable de IT, incluyendo CIO’s, suelen tener a veces esa sensación de tener en su mano para las empresas con las que trabajan, gracias a la citada tecnología, muchas respuestas, pero observan que los equipos operativos que deben darle uso a esas herramientas en muchas ocasiones tienen muy pocas preguntas. Al final lo que sucede es que la tecnología es capaz de realizar grandes cambios, pero la gente que debe utilizarla no parece tener la iniciativa o la curiosidad necesaria para emplearla a pleno rendimiento, sin conseguir por tanto la plena eficiencia de las herramientas que poseen.
En la aproximación que realiza Forbes en su artículo Big Data: Too Many Answers, Not Enough Questions, encontramos un escenario similar. El valor de los datos no son éstos en si mismos, si no lo que cada uno haga con ellos. Por ello, explica su autor, muchas veces nos encontramos en la frustrante situación de tener la capacidad para saber demasiado sin aplicar un diseño estratégico sobre qué quieres saber, o cómo has de utilizar el conocimiento recopilado. Al final, los datos acaban convirtiéndose en montañas inservibles de información y éstos dejan de ser percibido como algo valioso. Simplemente, están ahí.
Es por ello que lo realmente importante son las preguntas. Buenas preguntas llevarán a encontrar las respuestas adecuadas. Y también a implementar la tecnología adecuada para dar respuesta a dichas preguntas. El autor del artículo nos ejemplifica esta teoría con experiencias propias en las que actúo como consultor para distintas empresas, y siempre la conclusión es la misma: primero, define tus preguntas, y después obtén las respuestas. El Big Data es una herramienta determinante para mejorar y hacer más eficiente a las empresas, mejorar la fidelidad de los clientes, adaptar los productos a las necesidades de éstos… pero también un lapicero puede ser una herramienta importante en manos de alguien que sepa qué ha de hacer con él. Tener personas en las organizaciones, ya sean consultores o responsables internos, que guíen a los equipos hacia las preguntas correctas se vuelve entonces tan importante como las propias respuestas.