Si bien el concepto de la innovación gana terreno entre las empresas, no sólo se aplica a la gestión corporativa, sino que es parte de la personalidad y una vocación transversal a toda actividad. La clave es motivar a nuestro “innovador” interior, desarrollarlo y proyectarlo. Innato, empírico o emocional, los tres principales perfiles de un “innovador serial”.
La innovación es una característica intrínseca del ser humano. Es la aptitud que nos permite reemplazar un problema por una solución novedosa y eficiente, ganándole así, poquito a poquito, terreno a la incertidumbre y a los inconvenientes. Habitualmente existe el concepto de que la mente innovadora es potestad de algunos pocos, de genios extravagantes que en un rapto de inspiración son capaces de cambiar el mundo. Y aunque esos genios existen, lo cierto es que innovar es tan consustancial a las personas como respirar, pues nos permite hacer más llevadera nuestra existencia. Por ello, la innovación es algo cotidiano y al alcance de todos: toda persona, desde su lugar, puede ser innovadora y disfrutar siéndolo todos los días, como una forma de vida.
En este sentido, el sector de los Contact Centers ofrece una gama enorme de opciones para ejercer esa aptitud innovadora, abriendo caminos constantemente, explorando nuevas opciones para hacer los procesos más colaborativos y eficaces. Ejemplo de ello es el desarrollo que hizo Konecta Argentina de Konecta Cloud, la plataforma para gestionar el Contact Center en la nube. ¿Cómo es esto? La coyuntura de la emergencia sanitaria por el COVID-19 nos enfrentó a una realidad inédita: gran cantidad de colaboradores prestando tareas desde sus casas. Entonces, nace un conjunto de soluciones y productos destinados a acompañar a tu empresa en esa nueva coyuntura, brindado, al mismo tiempo, la seguridad y fiabilidad que tu compañía requiere.
He allí un ejemplo de innovación ante una situación inesperada. Pero veamos ahora más en detalle la personalidad del innovador. En las empresas trabajan innovadores innatos, innovadores empíricos e innovadores a los que yo denomino emocionales o impulsivos. No obstante, que quede claro, todos realizan aportes considerables desde su ámbito de incumbencia.
Se nace y se hace
Pensemos primero en los innovadores innatos, dos palabras que podríamos considerar casi hermanas. En este grupo se encuentran todas las personas que caminan por la empresa y, a la par, que observan lo que les rodea, aprecian las oportunidades de modernizar algún proceso o modificar un método de trabajo para obtener un resultado más eficiente. Esta persona no distingue entre horarios de descanso o para ejecutar su tarea habitual; simplemente, en cada paso que da, encuentra algo que podría ser diferente, y mejor. En este caso, el desafío es hallar a esta persona, escucharla, ambientarla y darle el espacio para que sus motivaciones innatas puedan formar parte de la organización.
Un tip para identificar al innovador innato: es quien se va a sumar a todas las iniciativas de la compañía, quien enviará sugerencias por escrito o a través de su líder, quien detallará sus ideas en un coffee break u otro espacio. Una vez hallada esta persona, el desafío es de la empresa, en tanto deberá generar las condiciones para que pueda brillar.
Los innovadores empíricos son los que, tras recibir un mismo estímulo a lo largo de determinado tiempo, entienden que algo pudo estar bien en algún momento, pero ya es hora de cambiarlo y mejorarlo, basándose en la usabilidad de algo real y tangible. Todos podemos ser innovadores empíricos en algún momento o circunstancia de la vida. Eso sí, su pasión por divulgar una idea puede ser de corta duración y perder fuerza, ya que no llega a apropiarse de ella o no la siente tan fuerte como para progresar en el medio. Por ello es importante motivarlos, porque sus ideas mejoran el “ahora” de su ámbito de actuación. Para que esta motivación tenga lugar es preciso que el líder o compañeros estén atentos para tomar nota de sus ideas; de lo contrario, el innovador empírico se desmotiva y las deja pasar.
El innovador emocional o impulsivo, en tanto, se distingue por su volatilidad y apasionamiento por una idea que le permite realizar un cambio en el momento para poder seguir con su vida. El pensamiento vertiginoso que lo caracteriza lo puede llevar muchas veces a expresar de manera incorrecta su cambio o el anclaje para llevarlo a cabo. Esta persona suele no pensar en mucho más que sí misma, lo que le dificulta contemplar el mapa completo de su idea. Pese a todo, su propuesta puede ser muy rápida, innovadora, pragmática y provocar un cambio inmediato en algún ámbito de la empresa. A este personaje no hace falta buscarlo; él te encontrará con su idea y lo que necesitas hacer es contextualizarlo, bajarle la emoción y escuchar lo que tiene que decir, pues implica mejoras.
Estoy seguro de que en el perfil de estos tres innovadores encontrarás a toda tu empresa y te encontrarás a vos mismo. Eso te convierte en una persona innovadora; a lo mejor sin el poder creativo para cambiar el mundo, pero sí con las capacidades para innovar en el tuyo. Y eso hoy es un montón.