Frida Rosado Gonzales
Jefa de Asesoría JurídicaKonecta Perú

Las casualidades no existen y la vida puso frente a mí diversas muestras de esta verdad. Hace cinco años, realicé un viaje a Europa por estudios, el cual me sumergió en lo profundo de la responsabilidad individual y social, la equidad, la prevención de la violencia e implementación de políticas de igualdad.

Regresé a Perú a finales de marzo del 2017 y, en abril de ese mismo año, ingresé a trabajar en una empresa de contact center. Después de cuatro años, me encuentro escribiendo estas líneas, reflexionando sobre mi labor con el conocimiento de que no es casualidad que una de mis mayores funciones esté enfocada en velar por la equidad, aquella cualidad que consiste en dar a cada uno lo que se merece en función de sus condiciones y méritos.

Al respecto, soy consciente de que las mujeres experimentamos discriminación de género a lo largo de todo el ciclo de nuestra vida, y lo sufren especialmente aquellas que pertenecen a entornos vulnerables. Sin ir más lejos, en Perú existen lugares en donde las familias siguen priorizando la educación de los hijos varones, antes que la de las niñas. En la edad adulta, las mujeres suelen ser excluidas de las decisiones, reciben menos alimentación y educación y por extensión surge la discriminación remunerativa, pues todavía hay muchas mujeres con más estudios ganando menos que los hombres debido a los sesgos inconscientes de género de nuestra sociedad. Finalmente, en edad avanzada, aparece en la mujer la llamada doble discriminación; por ser mujer y por ser mayor.

A esta discriminación por género, se puede agregar la condición de vulnerabilidad si es que se es, además, una persona con discapacidad, perteneciente a la Comunidad LGTBIQ+, si es o ha sido víctima de violencia, rescatada de trata de personas, migrante o inmigrante; con las cuales la inequidad se acentúa aún más.

Reconocer a todas las personas como iguales, significa conectar con sus necesidades y poder definir, dentro de la compañía:

  • Políticas que marquen la pauta en la organización y aseguren la diversidad e inclusión, la equidad de género, la prevención de violencia y la equidad salarial.
  • Planes que favorezcan las acciones para la reducción de brechas de género, la reducción de brechas salariales y para la generación de igualdad.
  • Herramientas y estrategias de medición como encuestas sobre violencia, roles compartidos en el hogar y percepciones de género; así como medirse en rankings y obtener certificaciones que avalen la eficacia de las acciones implementadas.
  • Protocolos y canales de denuncia con los cuales se brinde apoyo ante casos de violencia y discriminación.
  • Apoyo específico para cada segmento de la organización; tales como consultoría jurídica gratuita, acompañamiento psicolaboral, entre otros.
  • Oportunidad de empleo para colectivos excluidos como las mujeres víctimas de violencia y rescatadas de trata, quienes suelen ser excluidas del ámbito laboral sin la posibilidad de empoderarse económicamente para salir del círculo de violencia y evitar la revictimización. Asimismo, mujeres de carreras catalogadas como “no convencionales”, desde los propios sesgos de género existentes en nuestra sociedad.
  • Oportunidad de desarrollo personal a través de programas de empoderamiento, de nuevas masculinidades, cursos de empoderamiento para mujeres que han sido víctimas de violencia y trata, sesgos inconscientes, prevención de violencia por prejuicio a la comunidad LGTBIQ+ y a las personas con discapacidad. Así como programas de voluntariado con niñas y niños para la ruptura de sesgos de género desde donde podamos prevenir la violencia.
  • Y lo más importante, la revisión periódica para la mejora continua y la innovación para generar más y mejores prácticas.

Hablar con cada niña, niño, mujer u hombre e implementar condiciones de equidad no es sólo el derecho humano que todos y todas merecemos, es la conexión con la maravilla de otro ser que también merece lo mejor.

Hago un llamamiento a que todos prioricemos la búsqueda y promoción de la equidad en nuestros espacios y recordemos que “la falta de equidad es también una forma de maltrato”.

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