Los desafíos que genera la pandemia en el ámbito corporativo requieren de nuevas habilidades y de la disposición de los líderes a gestionar con otras perspectivas.
Los desafíos aguardan siempre a la vuelta de la esquina. Y si esto es cierto en épocas normales, más lo es en tiempos convulsionados y de cambios vertiginosos como el actual. En el ámbito laboral, la pandemia por el Covid 19 aceleró la conversión de muchos colaboradores al trabajo desde casa. Es decir, un proceso que se vislumbraba como de instrumentación paulatina terminó imponiéndose, por la fuerza de las circunstancias, casi de la noche a la mañana. Este reacomodamiento de la fuerza laboral impactó en todos los sectores, pero sobre todo en el de los encargados de liderar los flamantes equipos híbridos, compuestos por trabajadores presenciales y sus pares que prestan tareas desde el hogar.
Las consecuencias del cambio en el trabajador
Estos líderes de la nueva normalidad se topan, entonces, con un enorme desafío: adaptarse a los cambios con la misma velocidad con que éstos se producen. Para ello, deben tener en cuenta algunos aspectos básicos. Según este artículo publicado en Forbes, una cara de la moneda es que, en promedio, los trabajadores en forma remota son más productivos y eficientes que los que están en la oficina. Sin embargo, y este es el reverso de la moneda, el home office puede llevar al aislamiento y a la desconexión. Amalgamar en un todo coherente y eficaz estos aspectos tan variados que generan los equipos híbridos es, sin duda, uno de los mayores retos, sino el mayor, de los líderes actuales.
Lo curioso, e interesante a la vez, es que para que el líder pueda moverse con éxito en estas aguas turbulentas probablemente no necesite echar mano tanto de conocimientos académicos o estadísticas de productividad, sino, lisa y llanamente, de una calidez humana que asegure que los colaboradores, ya sea que presten tareas presenciales o remotas, tengan acceso a conversaciones casuales e interacciones rápidas y auténticas. En concreto: en estas épocas de cambio y adaptación, el liderazgo requiere del desarrollo de las habilidades humanas.
¿Cómo llevarlo a la práctica?
Pero, ¿cómo llevar esto a la práctica? Pues teniendo en cuenta estas cinco recomendaciones para desarrollar el costado humano en la conducción de equipos híbridos:
- Si hablamos de habilidades humanas, una fundamental es demostrar empatía, en tanto es la capacidad para entender en profundidad y honrar los sentimientos de las otras personas. Se trata de imaginarse en los zapatos del otro y permitirse experimentar en carne propia sus emociones. Sin esta posibilidad de comprender a los demás, los líderes pronto verán disminuida cualquier chance de lograr una labor armoniosa en sus equipos. Por el contrario, si en esta era de transformación el líder se muestra empático y cercano a las inquietudes de todos, pronto verá el tremendo impacto que tal actitud tendrá en el mejoramiento de los colaboradores.
- Es imprescindible crear una cultura laboral en la que el sentimiento de pertenencia vaya mucho más allá de los límites que marcan las paredes de una oficina. En este sentido, el líder perspicaz sabrá que el modo de conseguir este objetivo es recordar siempre que la equidad, la inclusión y la diversidad se extienden también a la experiencia del trabajo remoto. Esta cualidad, más que proclamarla, hay que ponerla en práctica. Y qué mejor que hacerlo, por ejemplo, en las conferencias remotas, en las que todos o casi todos los colaboradores interactúan con los demás a través de la pantalla de la computadora. En ese momento, el líder deberá estar particularmente atento a que nadie intente dominar la conversación; que no se produzcan agresiones de ningún tipo por motivos de género, edad o raza; y que los teletrabajadores estén al tanto de lo que se debate en la oficina.
- Es muy importante tener la disposición a confiar que todos harán lo que tienen que hacer. Es decir, el líder debe (de) mostrar que confía en que su equipo híbrido es eficiente y productivo sin importar desde dónde están trabajando los colaboradores. Esto hace que los trabajadores se sientan valorados y respetados, lo cual es una parte fundamental de la cultura inclusiva. No menos importante en este apartado es ser capaz de empoderar a los profesionales, brindándoles más libertad para que se autogestionen y puedan tomar decisiones en aspectos clave.
- Muy emparentado con el ítem anterior, otro factor de primera necesidad para el líder actual es el impulso a los equipos multidisciplinares. Esto se logra promoviendo y escuchando la opinión de todos los trabajadores, con el objetivo de conseguir soluciones enriquecedoras y completas mediante la inteligencia colectiva. Es más, en este plano, el teletrabajo puede aportar ciertamente ventajas que con la mera presencialidad en una oficina no se pueden conseguir. Por ejemplo, cuando la integración se realiza de manera híbrida, se pueden conformar equipos más complejos, con una aportación de valor mucho más diversa.
- Otro aporte trascendental es saber respetar el tiempo de todos. Por caso, al distribuir las cargas de trabajo es necesario marcar objetivos alcanzables en tiempos lógicos. Es imperativo ser respetuoso con el ritmo de las personas y su horario laboral. Asimismo, un buen líder debe tener la capacidad para ver las adversidades como oportunidades, desarrollando nuevas ideas y habilidades que le permitan adaptarse a cualquier tipo de situación.
Quién puede dudar de la complejidad de los tiempos que corren. Como nunca antes, cada aspecto de la vida se ve sometido a una dura prueba, salteada por la incertidumbre, el aislamiento, la dependencia de la tecnología y, como siempre, la inventiva para desarrollar nuevos caminos. En este proceso están los líderes modernos, aprendiendo y aceptando la idea de que no todo se puede controlar; haciéndose cargo de equipos híbridos que deben funcionar con la precisión de un delicado reloj. Para que estos líderes sigan siendo el motor del cambio, y puedan atravesar con éxito estas aguas embravecidas, deben ser capaces de navegar en esa incertidumbre y, sobre todo, ser más humanos que nunca.