Los millennials, la generación del milenio o la generación Y. Distintos nombres para esos jóvenes que a día de hoy tienen menos de 30 años, pero ya tienen la edad suficiente como para tener que fijarse en ellos a la hora de elegir la estrategia empresarial de relación con el cliente en el medio plazo más cercano. Inmersos en un periodo de gran desarrollo económico, social y tecnológico, caracterizados por su pensamiento estratégico, tomando decisiones pensando en el largo plazo y comprometidos con lo que sus decisiones o acciones afectan o influyen en la comunidad, buscando la relevancia como individuos, pero apoyando las causas en las que creen de manera colectiva, fuertemente sociales, con altas dosis de éxito en la planificación y el trabajo en equipo, en constante búsqueda de desafíos y novedades, con gran predisposición a comunicar, y gran habilidad para hacerlo, considerando que las opiniones de todos han de ser escuchadas, respetadas y tenidas en cuenta, y todo ello aderezado con haber tenido en sus manos los adelantos tecnológicos de las tres últimas décadas desde una temprana edad, haciendo de la tecnología una extensión de sus capacidades como seres sociales. Así es una generación que ha convivido con los preceptos y sistemas analógicos de las generaciones anteriores, pero que ha interiorizado el uso de la tecnología de tal forma que les es imposible pensar una vida sin ella en su mano. ¿Qué es lo que realmente quieren?
A esta respuesta han tratado de responder desde Forbes a través de su encuesta realizada a algunos de los más influyentes millennials. Los resultados sirven de radiografía sobre cómo piensa y vive esta generación, una generación altamente optimista, partícipe en proyectos de sus comunidades, preocupada por la salud y la alimentación, son idealistas y con mucha confianza en sus capacidades. Son algunos de los valores que, en parte, bien podrían definir a cualquier generación que llega desde que el mundo es mundo (con las particularidades de las tendencias actuales, claro), pero si en algo han cambiado radicalmente respecto a sus mayores es en cómo se comunican y consumen. Por ejemplo, casi el 70% acceden prioritariamente a la información de actualidad a través de webs de confianza, son ávidos usuarios de las redes sociales, y prefieren comprar online que ir a las tiendas en un 65%, y el 30% no ven necesidad en tener un vehículo propio. Y son leales a las marcas.
Una generación que llega a esa edad crucial para los mercados, a la cual las empresas han de dar respuesta a sus necesidades y expectativas.