Durante la pandemia del COVID-19 vimos un aumento significativo de las afecciones a la salud mental, ocasionadas en su mayoría por el encierro, la ansiedad, la actividad económica restringida y, en general, por la preocupación del entorno. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el primer año de pandemia la prevalencia global de ansiedad y depresión aumentó un 25%, y a nivel de la población en general, se ha observado un aumento en los niveles de ansiedad y estrés, con varias encuestas que muestran que alrededor de un tercio de las personas adultas reporta niveles de angustia, y entre la población más joven, esa cifra llega a 1 de cada 2 personas.
De acuerdo con una encuesta realizada por Trabajando.com, en el 2021, el 70% de los trabajadores encuestados sufrían de estrés laboral, mientras que un 71% indicó que el estrés ha generado en ellos depresión laboral. Estas cifras demuestran lo urgente y necesario que es para las empresas crear, mantener o mejorar programas o medidas que aborden una mejoría en la salud mental de los empleados , ya que ello no sólo trae consigo efectos positivos para la salud del trabajador, sino también, mejora la productividad y los resultados globales, individuales y del trabajo en equipo de aquellos que conforman la empresa. Por ello, la creación de espacios de prevención, cuidado y acompañamiento al empleado se han convertido en excelentes medidas internas, en donde ellos puedan expresarse libremente en donde se sientan escuchados, además de destinar espacios y medidas para educar a los líderes acerca de posibles signos de alerta ante problemas de salud mental en sus equipos.
Si no brindamos la importancia necesaria a aquellas cosas que afectan la estabilidad mental de los empleados, es posible que se vea afectado el crecimiento de la organización, así como en resultados más pobres y se incentive a la fuga de talentos. Y es que es sumamente importante que se presente atención a la alta carga laboral, la sensación de tener que estar las 24 horas disponibles, la falta de una cultura de trabajo persona céntrica y de desarrollo profesional, entre otros; aspectos que finalmente pueden provocar un entorno laboral poco saludable en el corto y largo plazo.
El bienestar psicológico del trabajador no se genera únicamente con la reducción de riesgos psicosociales o con la eliminación de las características negativas de las condiciones del trabajo, deben incluirse también componentes claves sustentados en una política organizacional que establezca estrategias de acción coordinadas y que reflejen el mensaje de una cultura de bienestar para el empleado y para la empresa misma.
¿Qué podemos hacer como líderes?
- Tener una relación cercana con los equipos, buscando generar un buen clima laboral. Es importante saber cómo se sienten, qué problemas están abordando y qué les gustaría cambiar del modo en que actualmente se trabaja para mejorar.
- Trabajar la comunicación y las expectativas del equipo. En todas las empresas en las que existen procesos de comunicación abiertos y están claras las expectativas y los objetivos para los empleados, suele haber un ambiente más saludable de trabajo. De esta forma los trabajadores sabrán lo que se espera de ellos y, por tanto, conocerán en que deben centrarse para cumplir los objetivos.
- Ayudar a encontrar un balance entre el horario laboral y personal. Respetar el horario laboral, especialmente aún cuando muchas empresas o áreas tienen una mixtura entre teletrabajo y trabajo presencial, es fundamental para que los trabajadores tengan tiempo libre para desarrollar su vida social, personal y familiar. Impulsar la desconexión al final de la jornada de trabajo y respetar los horarios personales de cada empleado ayudará a encontrar un balance y a manejar de mejor forma el estrés.
- Promover las pausas y los descansos activos. La empresa puede empezar a promover descansos a lo largo de la jornada laboral para que cada empleado realice la actividad que prefiera, si es que la labor que realiza lo permite, o en todo caso es una muy buena práctica impulsar la generación de espacios para compartir y reforzar la cercanía, para que los empleados puedan realizar lo que se conoce como descanso activo. Este tipo de acciones ayudan a aliviar los efectos del estrés y mejoran la salud general del ser humano.