La percepción del paso del tiempo es, no solo totalmente subjetiva, sino en la mayoría de los procesos humanos, complicada. Parece que careciésemos de ese mecanismo para ser conscientes continuamente de que el tiempo pasa. Es posible que sea un mecanismo psicológico de protección, o quizá simplemente es que, en el plano astronómico, en realidad el tiempo que ocupamos es prácticamente inexistente. Pero todo esto se rompe cuando tomamos distancia, observamos a nuestro alrededor, y, con una mezcla de nostalgia y orgullo, soltamos la gran frase: antes, todo esto era campo.
En una de esas estaba yo el otro día tratando de buscar información en internet sobre los discos de arranque que usábamos para arrancar el ordenador solo con los drivers necesarios para jugar, editando los archivos de sistema config.sys y autoexec.bat a conveniencia. Paciencia y dedicación era lo que exigía, en muchos casos, la informática de mediados de los noventa. Y en esas, me topé con Su Ordenador, una revista online de El Mundo, que por suerte y para los amigos de la nostalgia (o del análisis retrospectivo) sigue funcional. Un tesoro que recopila noticias de innovación tecnológica de los años 97 al 99, lo que nos permite coger la máquina del tiempo y volver 20 años atrás para analizar como hemos cambiado en estas dos décadas.
El Apple (y la sociedad) pre-iPhone.
Macintosh ataca de nuevo. Así empieza la entrada de 1999 sobre la presentación del G3, el Power Mac de aquella generación y que parecía consolidar el ascenso que estaba viviendo la empresa de Cupertino desde sus peores años a mediados de los noventa. “Lo que estaba en juego era saber si Apple podía volver a ser un grande de la informática”, mencionaba el autor. Nadie en aquella época imaginaba que la empresa de la manzana mordida sería el máximo referente en la innovación tecnológica de consumo en la siguiente década. Y claro, nadie imaginaba que la revolución vendría de la mano de un chisme de bolsillo que nada tenía que ver con este Power Mac, ni con el iMac que revitalizó la trayectoria de Apple y del propio Steve Jobs.
En otra entrada anterior, el autor nos anticipa que “los ordenadores de mano y de bolsillo serán tan comunes como los teléfonos móviles” Lo que no anticipaba ni él ni los fabricantes entrevistados en la entrada es que los teléfonos móviles absorberían y sustituirían a esos ordenadores de bolsillo
Primeros atisbos de la presencia online
Los diez pasos que son necesarios para que usted también pueda publicar lo que desee en Internet. Este era el gancho para leer la entrada de diciembre de 1997. 20 años después, rara es la persona que no tiene presencia online, si bien seguramente sea debido a las redes sociales, las cuales tardarían un poco más en aparecer y popularizarse, y más rara aún es la empresa que no dispone de un sitio web para mostrar sus productos, ofrecer sus servicios, o simplemente como carta de presentación virtual. Ciertamente, nada hacía prever la explosión del ecommerce, de las redes sociales o del universo “blog”, y mucho menos se hablaba de posicionamiento, SEO, SEM, campañas de atracción online… Pero ahí estaba la semilla para que todos tuviéramos nuestro rincón en el incipiente campo virtual de “la red de redes”.
Una parte vital del triunfo de internet fue la apertura de una nueva vía o canal de comunicación bidireccional entre personas. Estamos hablando de un momento en el que la telefonía, al menos en España, aún era un bien a racionar y en septiembre de 1997, cuando aparece este artículo, las tarifas planas de conexión a internet permitían que usáramos la RTC para hablar horas y horas con conocidos y desconocidos. “Hay varias formas de utilizar un chat o chatear. Una de las más habituales es el IRC: un sistema creado por un estudiante finlandés en 1988, que se diferencia en esencia del resto por utilizar una aplicación específica.” Nada hacía presagiar que la intercomunicación online, desde una app instalada en nuestro móvil, se convertiría (sobre todo en ciertos rangos de edad) en uno de los métodos preferidos de conversación, pero puede que el famoso mIRC sentase el precedente de nuestro actual WhatsApp. Lo que parecía una anécdota hace 20 años hoy es parte integrante de nuestra realidad social.
Escepticismo ante el comercio electrónico
Aunque ahora nos demos palmadas en las espaldas cada año evaluando el incremento sostenido en los ingresos del ecommerce en nuestro país, las cosas en 1997 no pintaban igual. “El comercio electrónico no termina de despegar en España. Los datos son elocuentes: según un estudio de IDC, las empresas patrias obtienen sólo un 0,5% de todos los ingresos procedentes de la compraventa online en Europa.”. Quizá, como el mismo artículo citado indica, uno de los problemas radicaba en las fórmulas de pago online existentes entonces, que si no recuerdo mal se basaban en un alto grado de confianza con el comerciante, al que le entregabas los números de tu tarjeta a ciegas. Pero había ya pistas de lo que debían hacer los comerciantes españoles: “Ya hoy existen empresas como Amazon.com que vende libros por Internet en 160 países”. Todos sabemos como es la historia con Amazon a día de hoy, claro. Unos meses antes, el mismo autor nos revelaba el estado del ecommerce español en 1997 invitándonos a comprar un jugoso filete de buey online, mientras abría el cortísimo listado de comercios online con un “Alcampo: Tiene previsto salir a la Red a partir de abril-mayo”.
La banca tradicional piensa en digital
“¿Cuáles son las razones que motivan este desembarco de la banca en la Red de redes?” Era una de las preguntas que se hacía la autora de la entrada de abril del 97, y su respuesta era muy similar a lo que hoy en día persigue la Banca Online: “el ahorro de costes, el negocio que representa el comercio electrónico y, por último, la captación de clientes” leíamos en dicho artículo, y, con los matices que confiere a la banca electrónica la consolidación de la misma, la cosa sigue más o menos, 20 años después del “desembarco”. Según estudios de la época, que un cliente usase la oficina virtual era 30 veces menos costoso a que se presentase en una oficina real a hacer sus trámites. El artículo además habla de novedosos métodos de pago online (novedosos para hace 20 años, claro) o de capturar a ese cliente joven que viese internet como su medio natural. Eso si, el reto en esa época era simplemente preparar las web de los bancos para que sus usuarios pudieran realizar operaciones que supusiesen movimientos de dinero. En palabras de su autora “a los bancos españoles les une un deseo: el de estar presentes en la Red. Y un objetivo: lograr una operatividad que permita hablar de una verdadera banca virtual”. Hoy podemos invertir en el Dow Jones, colaborar con una ONG en un proyecto al otro lado del mundo o participar en un crowdfunding desde nuestros móviles, pero los objetivos son parecidos: adaptarse a las exigencias de un cliente cada vez más tecnológico, y a los retos que las empresas más innovadoras suponen para el sector.
Y voy cerrando este ejercicio de nostalgia con una reflexión de 1999 del mismo Bill Gates: “Las compañías que tengan éxito en la próxima década serán aquéllas capaces de utilizar las herramientas digitales para reinventar la manera en la que trabajan y el flujo de información como una parte intrínseca de su actividad«. Hoy en día parece obvio que Bill Gates tenía razón, y su pensamiento sigue muy vigente si pensamos en la transformación digital. «Simplemente, muchas compañías no se dan cuenta de que las herramientas que permiten poner en marcha estos cambios están ya a disposición de todo el mundo (…) La gente ha vivido mucho tiempo sin la posibilidad de acceder a cualquier tipo de información al alcance de la mano y no se da cuenta de lo que se está perdiendo, e incluso algunas compañías que han llevado adelante una inversión importante en tecnologías de la información no consiguen obtener los resultados que en teoría están a su alcance«. Este tipo es un genio ¿verdad?
Vemos que los pilares y los destinos estaban claros, y vemos que hemos seguido una agenda muy cercana a las visionarias reflexiones que presentaba ese grupo de periodistas a finales del siglo XX. Seguro que muchos de sus artículos fueron vistos como ciencia ficción en su día, pero en solamente dos décadas las vemos como algo añejo y naif. ¿Qué nos depararán los próximos 20 años en esta comunión sociedad-comercio-tecnología? Eso es lo que nos esforzamos en vislumbrar día a día en innovan.do