Una de las consecuencias más evidentes y, seguramente, de las pocas positivas que podamos rescatar de todo lo acontecido debido a la pandemia mundial de coronavirus, ha sido el impulso acelerado que ha tomado la transformación digital. El escenario de confinamiento ha sido elemento clave para que empresas de multitud de sectores productivos buscaran rápidamente soluciones digitales que dieran continuidad a sus negocios. Así, por ejemplo, la venta online o el teletrabajo, y todo aquello que ha servido para habilitar tecnológicamente la adopción de estas medidas, han sido algunas de las principales estrategias para conseguir esa ansiada resiliencia. En el medio y largo plazo hay una visión que ya es irrenunciable: una economía más digital y menos dependiente del entorno físico.

En esta línea hemos visto estos últimos días dos ejemplos de la apuesta que empresas y estados están haciendo por volcar sus modelos hacia entornos virtuales. Por un lado, los gobiernos de Francia y Alemania anunciaron el arranque del proyecto GAIA-X, una propuesta de infraestructura en la nube para la Unión Europea que permita a multitud de organismos, públicos o privados, ser independientes de las grandes corporaciones tecnológicas multinacionales. El objetivo de esta propuesta es crear un ecosistema digital que use tecnologías seguras y abiertas, con nodos de red independientes y con repositorios comunes de software, entre otras características, para crear entornos confiables y cooperativos, con total transparencia para sus usuarios, en pos de una mejor y más independiente sociedad europea de la información. 

Otra de esas noticias que afianzan el potente impulso post-COVID que tendrá la transformación digital es el anuncio de los diferentes gigantes de los servicios de Cloud Computing de abrir grandes infraestructuras tecnológicas en España. Así pues, últimamente hemos visto como Amazon, Microsoft o, más recientemente, Google anunciaban sus próximas aperturas de centros de datos en España. Más allá de las ventajas obvias de operar conectados a centros de datos cercanos, los movimientos de estas grandes empresas volcadas en la innovación son una clara muestra del impulso, incremento de la necesidad de acceso por parte de las empresas y la madurez de las tecnologías en la nube en la Península Ibérica.

Sin duda dos grandes movimientos, uno promovido desde la administración pública, el otro desde los principales proveedores mundiales de tecnología cloud, que apuntan a cambio masivo de paradigma para el corto y medio plazo. La nube parece así no ser ya una opción para las empresas más arriesgadas, sino formar parte inherente de la nueva normalidad empresarial.

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Sobre el autor

Mariano Regidor

Dos décadas de trayectoria combinadas en el área de operaciones del Contact Center y el marketing de contenidos al servicio de la Experiencia del Cliente.

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