La guardería de mis hijos se llamaba “PASO A PASO”. Curioso y acertado nombre para unos pequeños que están en plena evolución, en proceso de transformación, concentrado en su periodo de infancia temprana que comprende a los niños y niñas de 0 a 3 años, y en el que se sientan las bases de todo el desarrollo posterior del individuo. En esta etapa, nuestros hijos, esponjas absolutas, van construyéndose a sí mismos a base de pinceladas continuas de conocimiento que les van tiñendo de sabiduría. Pero en cada momento del desarrollo hay tiempo para cada cosa, no se afronta todo a la vez. Su proceso de aprendizaje se va adaptando a cada etapa, y nosotros, tenemos la responsabilidad de poner a su disposición herramientas para que ellos mismos lideren el desarrollo de su personalidad.

Y así, paso a paso, como aprenden nuestros hijos, como se van adaptando al mundo, debemos afrontar nosotros, los no tan niños, la transformación digital. Y digo nosotros, porque el motor de esta evolución constante somos las personas, que, como nuestros hijos, vamos adoptando e incorporando herramientas, en este caso, Tecnológicas.

Wikipedia dice que la Transformación Digital es “el cambio asociado con la aplicación de tecnología digital en todos los aspectos de sociedad humana”. Lo que vivimos hoy es una revolución, y como dice Wikipedia, esto implica todos los aspectos sociales, incluyendo las relaciones de las marcas con sus consumidores. Y como de lo que hablamos es de personas, deben ser éstas quienes dicten los modelos y las garantías de aprovechamiento de esta revolución.

Sin embargo, da la sensación de que nos hemos puesto nerviosos con esto de transformarnos. Queremos hacerlo, y queremos que sea ya y con una visión tan ambiciosa y cortoplacista que nos hemos olvidado del para qué. Esto nos suena reciente, como cuando nos sobrevino la ansiedad por tener presencia en redes sociales, priorizando el “hay que estar” al objetivo. Ahora toca pedir un Bot, tener todo en Cloud, aplicar mucho Big Data, poner donde quepa la Inteligencia Artificial… pero ¿es siempre necesario? ¿tiene retorno? ¿el cliente, realmente, lo demanda? ¿Es necesario todo a la vez?

Tal y como yo lo veo, hay que ir paso a paso, hito a hito, ir construyendo, evolucionando, con pequeños éxitos que nos permitan hacer tangible y creíble nuestra propuesta. Para empezar, debemos conocer nuestro modelo de negocio, el tradicional, y a partir de ahí, ver cómo se adapta a los nuevos entornos de comportamiento. Es decir, conocer y entender a nuestros clientes y en base a esto, trazar una hoja de ruta.

Es imposible afrontar una transformación global mientras el negocio siga marcando el ritmo. No podemos cambiar los sistemas, la cultura, al cliente, los medios, la competencia, los avances… es una locura, ¿qué tal si nos marcamos solo 5 líneas de actuación?. Hagámoslo con la filosofía y metodología del mínimo producto viable. Así, paso a paso iremos estableciendo pinceladas que por sí mismas irán trabajando sobre la organización, sobre ese cambio cultural necesario.

Recientemente leí en “La Gran Oportunidad”, que cuando se establecen cambios dentro de una empresa, funciona la regla del 20-60-20. Esto quiere decir que hay un 20% de personas dispuestas a cambiar, un 60% que quieren, pero no pueden o no saben cómo, y un 20% que podemos definir como “desahuciadas al cambio”. Por lo tanto, trabajemos con ese 80% receptivo al cambio, pero, sobre todo, trabajemos la comunicación, porque lo que no se cuenta, no existe.

Es imperativo dar señales a nuestros equipos y a nuestros clientes de que estamos en la carrera, que lideramos la evolución constante, la transformación. Demos señales claras que permitan hacer este proceso mucho más participativo y exitoso, sumando a los equipos a la aportación de ideas, con una comunicación bidireccional. No se trata de poner “patas arriba” las organizaciones, sino de redecorar, o incluso reformar algunas habitaciones, pero manteniendo lo que somos, la esencia inicial, los valores como compañía.

Tracemos nuestra hoja de ruta digital, y vayamos sumando hitos, pequeños, pero importantes, celebrándolos y comunicándolos.

Anterior

Adiós al 902: implicaciones para los centros de contacto

Siguiente

Video killed the radio star. La experiencia de cliente en lucha con el marketing clásico

Foto del avatar

Sobre el autor

Juanjo Fernandez

Desde Julio de este año nuevos retos en Marketing y Soluciones Digitales en Atento. Dispuesto a seguir aprendiendo y disfrutando de los cambios tecnológicos, de comportamiento, de modelos de negocio. Viendo cómo sucede esto en los últimos 20 años dentro del sector de actividad de la Atención al Cliente en todas sus vertientes. Pero, sobre todo, enamorado de las personas, de las capacidades y de la revolución humana ya que todo lo que vivimos es fruto de nuestra especie y de su continua evolución.

Te puede interesar